Cuando nadie me ve

Cuando nadie me ve, quiero ser o no ser.

¿Te has sentido invisible alguna vez?

Como si no existieras, como si fueras una mota de polvo.

De pequeño jugaba a imaginar qué haría si fuera invisible. Tremendas aventuras imaginadas a sabiendas que nadie me veía. Qué maravilla.

Sin embargo, crecemos y esa invisibilidad no resulta tan maravillosa.

Adultos invisibles deseando ser vistos.
Adultos vistos, deseando ser apreciados.
Adultos apreciados, deseando ser valorados.
Adultos valorados, deseando ser amados.

Y es aquí cuando la invisibilidad se convierte en un juego macabro y doloroso.

Quiero que me vean, pero no quiero ser visible para todos.
Quiero que me vean, pero no con los ojos del ego.
Quiero que me aprecien con el sentir del alma.

Y es cuando deseas confiar en el sentir, dejando atrás el juicio de los ojos, de la mente y de la razón.

Cuando anhelas soltarte, extender tus brazos, respirar profundamente, dibujar una sonrisa en tu rostro, abrirte a dar y recibir.
Lo anhelas, pero no lo haces.
Lo deseas, pero no te atreves.
Te sigues mirando a ti con aquellos ojos, con aquella mente, con aquella razón.

Y esperas, tontamente, que ese alguien te mire a ti con Consciencia. Esperas que te mire como tú te miras.

Cuando no necesites nada de nadie, tendrás lo que mereces de quien más te llenará.
Cuando no necesites llenar vacíos, vendrá la plenitud.
Cuando estés contigo, estarás con quien deba ser.

Quiero ser o no ser, cuando nadie me ve.
Cuando nadie me ve; 
Rio, medito, respiro, lloro, leo, bebo, sueño, anhelo, doy, vibro.

Aunque la invisibilidad me permite mostrar mis imperfecciones libremente, en secreto.
Qué maravilla mostrar mis imperfecciones libremente a quien me mire con amor verdadero, y le encanten.

Ser o no Ser.
Siempre Ser.

¡Un abrazo!    

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